viernes, 26 de abril de 2013
LA LITERATURA NACIONAL: EL MATADERO
LA LITERATURA NACIONAL
En la Argentina, la literatura anterior a la de la llamada Generación del 37 no expresó la realidad histórica en que tuvo lugar. Con Esteban Echeverría, el panorama cambió. El paisaje argentino y la lengua particular de la región ya habían aparecido en las obras de Bartolomé Hidalgo (1788-1822) y de los payadores, poetas gauchos que improvisaban escenas cantadas de la vida del pueblo. Pero fue Echeverría quien, por primera vez, concibió la literatura nacional como una disciplina que se nutrió de sus propias fuentes -la realidad- y expresó lo que la nación era. Lo siguieron, entre otros, Alberdi y Sarmiento.
Las condiciones que posibilitaron este nacimiento fueron varias: la existencia de un grupo homogéneo de autores a quienes unía el origen social, la educación, la experiencia común del exilio y el impacto que les causó la figura de Rosas. El destierro les permitió ver a la Argentina a la distancia y les produjo un sentimiento de añoranza y de admiración por su grandeza virgen, al mismo tiempo que la urgencia de actuar sobre ella y de construirla. Rosas les generó sentimientos contradictorios: su origen popular, sus actitudes irracionales y su poder los fascinó, a la vez que les provocó rechazo.
El Romanticismo se asoció en la Argentina con la necesidad de construir una nación a través de una literatura propia por medio del enfrentamiento a los gobiernos totalitarios. Pero en este aspecto surgió una contradicción: en el afán de oponerse a Rosas, terminaron identificando lo popular tradicional con el atraso y, en su afán de progreso, se volvieron reaccionario y extranjerizantes. Fueron americanistas en lo literario y antiamericanistas en lo político. Plantearon el rechazo de lo español, impulsaron la inclusión de los escenarios locales y el uso de un lenguaje propio en oposición, de las formas puras del castellano peninsular.
LA IDENTIDAD NACIONAL EN EL MATADERO
El matadero, escrito en 1840, es una manifestación clara de la naciente literatura argentina, porque se inscribe en un momento determinado de la historia del país, toma partido y adquiere, además, una forma estética propia.
Echeverría ubicó la acción en una zona marginal de la ciudad, en los límites entre lo urbano y lo rural, y describió el ámbito y sus personajes típicos. Al hacerlo, formalizó una acusación política, ya que en la descripción critica la brutalidad, el atraso del sistema implantado por Rosas. El clima de turbulencia, descontrol y desborde tiene su paralelo, a la manera romántica. La manifestación de una naturaleza también ingobernable, la de la inundación con que se abre el relato. Matasiete, la chusma grosera, el juez son símbolos del salvajismo político criticado; mientras que el unitario representa la cultura y el anhelo de libertad y respeto. De acuerdo con esto, en El matadero se muestran las dos posturas antagónicas en que se debatía la sociedad argentina de la época: la del progreso y la del atraso.
PROGRESO, ATRASO Y LIBERTAD
Echeverría reconoció el conflicto que mantenía enfrentados a los argentinos y sostuvo la necesidad de la unión. Rehusó alinearse en alguno de los bandos en lucha, unitarios y federales, y propuso la creación de un or-den nuevo que tomara lo mejor de cada facción. Sin embargo, finalmente debió optar frente a la realidad que se le imponía: la fractura social. El de la violencia, que expresó de manera brutal en el cuento, fue el único aspecto común a ambos bandos y, en él, se centra temáticamente El matadero.
El otro gran tema que se manifiesta en la obra es el de la libertad como camino para la construcción de la nación. Así, Echeverría elogia la independencia conseguida y critica el autoritarismo imperante en su época, en sus dos vertientes: eclesiástica y política. La Iglesia aparece cuestionada, porque claramente se había embanderado tras la causa resista. El sistema de gobierno, por su parte, está representado por los personajes del matadero a quienes se ve incapaces de ejercer su libertad responsablemente y de respetar la de los otros. Ambos, Iglesia y tiranía, al atentar contra la libertad individual, impedían la organización nacional sobre la base del respeto a los derechos de todos los habitantes.
Los personajes, que aparecen tipificados, representan las facciones en pugna. Pero esta tipificación no es sólo literaria. Echeverría expresó el modo en que el sector al que pertenecía veía a unitarios y federales en la vida y no sólo en las letras. Así, Rosas era el antihéroe; sus seguidores, una horda de brutos sin pensamiento propio y dueños de una fuerza y violencia descontroladas; el pueblo era una masa manejable por el miedo o el hambre; y el unitario, el representante de la libertad de ideas, el honor, el valor y la dignidad.
Además de lo ideológico, la obra adquiere identidad nacional por su carácter renovador y particular en lo que se refiere al estilo. Es la primera manifestación del cuento en la Argentina; introdujo el realismo como modo de representar la realidad. Las costumbres se describen, en general, para enfatizar lo que debía superarse, pues eran expresión del atraso. Esta postura crítica frente a lo popular se explica porque, en el cuento, el pueblo con sus hábito es mucho más que el grupo menos favorecido en lo económico y en lo cultural; es símbolo de la sociedad según Rosas la concebía.
Otro gran logro estilístico fue, sin duda, la renovación en el plano de la lengua. Se incorporó el sociolecto de la clase baja, con el uso de expresiones groseras y arcaicas, y un léxico de origen latinoamericano. El habla del unitario, por otra parte, reflejó el sociolecto de la clase culta, semejante al del narrador. Así, la lengua alcanzó forma propia y nacional mediante la inclusión no sólo de vocabulario y expresiones locales, sino de un tono particular, una manera dinámica y vital de contar lo nacional.
EL MATADERO
Algunos críticos literarios se inclinan a afirmar que es el primer esbozo de cuento argentino, ya que se desarrolla una historia. Otros, como Carlos Mastrángelo, opinan que es demasiado difuso y panorámico y el hilo del interés cambia a menudo de dirección porque se tratan en él varios asuntos. Esto se opone a las características del cuento que exige el máximo de unidad y concentración en el menor espacio posible.
El matadero presenta un cuadro realista aunque idealizado bajo la mirada política del autor. Es un realismo que a veces mutila y a veces deforma la realidad porque se pone al servicio de un propósito: persuadir, convencer. Por eso este texto presenta características del Romanticismo y anuncia el movimiento literario siguiente: el Realismo.
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